REPORTAJE
Con este último artículo damos por zanjada la conocida como Guerra de Formatos. Una vez conocemos el resultado, analizamos las causas del éxito/fracaso del sucesor de DVD.
La guerra de los formatos es historia. Historia, nunca mejor dicho, porque estos últimos años han sembrado innumerables precedentes que habrán de ser analizados ante toda aquella decisión encuadrada entre la concepción y puesta en el mercado de un producto. Dicho de otra manera, marcará toda actividad comercial de cierta entidad durante décadas.
Nunca una rivalidad comercial había supuesto tanto. No sólo por los cientos de millones de euros que había en juego, tanto en gastos asumidos como en beneficios futuros, también por la cantidad de actores que han participado en ella: Multinacionales de la electrónica, productoras de contenidos, desarrolladores de software, grandes superficies comerciales… Todo el sector del ocio, el que más cantidades de dinero mueve hoy día, ha estado pendiente de esta pugna. Pero si algo hay que destacar de esta guerra es la presencia del usuario, no como objetivo final (que eso no deja de serlo nuestro impersonal dinero) sino como observadores y jueces. Desde el primer momento toda esta pugna de carácter global se ha desarrollado delante de nosotros de una forma totalmente transparente. Una de las ventajas de la globalización y de los nuevos medios de comunicación. Hemos visto movimientos de todo tipo por parte de ambos contendientes y al final nos hemos dejado convencer y hemos elegido.